10 de enero de 2009

50 años de utopía... Fidel: el quijote de la habana

Fulgencio Batista fue un tirano que arrojaba a sus enemigos, para que sean devorados por los tiburones hambrientos que nadaban por los mares del Caribe, los arrojaba directamente desde el Morro principal de Cuba, se permitió el lujo de bombardear un pueblo entero, aparte de fusilar a mansalva a miles de adversarios políticos contra los cañaverales. En medio de esa crueldad surgió un hombre integro llamado Fidel Castro, un loco visionario, un soñador, un Quijote. La figura de Castro no puede ser analizada sin aquel pasado de terror y sin la incertidumbre del futuro.


Fidel Castro está solo y su figura histórica, debido a esta soledad, ha ido tomando el talante de un Quijote, la mirada un tanto apagada aunque recelosa y poseída de un lejano fuego, la barba entrecana que ha perdido la enmarañada fiereza de aquel joven airado, la espalda ligeramente curvada por el peso de la nuca, el andar alto y solemne, las manos duras como artesano labrador y blandas como de cíclope voluptuoso, la mandíbula elevada siempre hacia la historia y un desafío en el dedo señalando al enemigo del Norte o dando lecciones al resto del mundo. ¿Qué hubiera sido de una pequeña isla gobernada por Don Quijote, sólo con un caballo y una lanza enfrentando a un molino que es el mayor gigante político del planeta y que habita a sólo unos kilómetros de distancia?. Sin duda, el resultado habría sido un absoluto desastre y Cervantes no hubiera tenido palabras para contarlo.

Pero si este personaje de ficción, literario o lunático, que soñó un día con la redención de los desheredados, hubiera dado cara y resistido durante 50 años los ataques de un gigante tan desmesurado, tendría la simpatía de todos los románticos y utópicos de la Tierra, de los que se apuntan a las causas perdidas, de los resistentes y humillados, de los que nunca se suben al carro de ningún vencedor ni son partidarios del más fuerte. Si a esto se añade que ese Quijote hubiera demostrado poseer unos testículos de primerísima calidad para llevar a cabo semejante empresa tendría además la admiración de ese enanito frustrado, cabreado y expeditivo que todos llevamos dentro.

Ese Quijote avanza actualmente por el mundo sin ese traje verde olivo, testigo de tantas hazañas, su traje civil se ajusta a los cambios que en la isla se vienen dando. Su buzo rojo y azul y su apariencia de enfermo nos dice que ese Quijote no es inmortal. Hace unos años lo vimos sentado al costado del Papa Wojtyla y se entendieron con la mirada. Allí estaban los dos, tal para cual: nadie puede negar que ese era un cruce de miradas al más alto nivel entre los dos seres más valientes y preponderantes del planeta, cada uno con su propio vaticano en el cerebro. Ambos cruzados indesmallables. Hoy Fidel vive recluido, quizás recordando, quizás anhelando, quizás soñando con su utopía, quizás trazando y planeando su estrategia para enfrentar a Obama.

Fidel Castro Ruz nació el 13 de agosto de 1927, en la Finca Manacas, en la municipalidad de Mayari, en territorio de la provincia de Oriente. Tercer hijo de Angel Castro Argo y de Lina Ruz González, tuvo cuatro hermanos: Ramón, Angela, Raúl y Juana. Realizó sus estudios primarios en una escuela de campaña, próxima a la propiedad familiar, concurriendo posteriormente a la Escuela La Salle, en la ciudad de Santiago, y a la escuela Dolores. En la Habana fue alumno de la escuela católica Belén, de los padres jesuitas, quienes lo calificaron como un brillante estudiante y un atleta de primera clase. En 1944 ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de la Habana, donde inició su actuación política en los grupos estudiantiles.

En 1947, a los 20, años pasó ya a la acción directa impulsado por su espíritu combativo, intervino en una fracasada expedición contra el dictador Trujillo de la República Dominicana. En 1948 asistió como delegado a un congreso estudiantil en Bogotá (Colombia) y tuvo actuación en el famoso «bogotazo» (rebelión popular ante el asesinato del líder colombiano Eliecer Gaitán) así a los 22 años tomó su lanza y fue bautizado en ese «bogotazo». En 1950 se graduó de abogado, un año mas tarde se separó de su esposa Mirtha Díaz Balart.

El 26 de julio de 1953 inicia el proceso de revolución cubana al encabezar el fracasado ataque contra el Cuartel de Moncada, de Santiago de Cuba, donde cayó prisionero. Se defendió a sí mismo en el juicio con su famoso alegato de más de tres horas de duración: "La historia me absolverá", ( "...En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no lo ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa, la historia me absolverá." ). Fue condenado, pero sólo cumplió dos años de pena gracias a las súplicas de un obispo amigo de la familia que amansó el corazón del tirano Batista, cosa que éste nunca se perdonó, visto el posterior resultado.

Exiliado en México, este Quijote de Holguín organizó la expedición de los 82 pasajeros revolucionarios del yate Gramma que desembarcaron el 2 de diciembre de 1956 en la playa de las Coloradas, en el oriente de la isla, donde fueron diezmados en el llamado combate de Alegría de Pío. Días más tarde, 12 supervivientes, entre ellos Fidel y su hermano Raúl, Ernesto «Che» Guevara, Camilo Cienfuegos, Manuel «Barbarroja» Piñeiro; se reencontraron en la zona de Cinco Palmas y allí Fidel pronunció su famosa frase : «Con 12 hombres y siete fusiles (que eran los que tenían), ahora sí que ganamos la guerra». Pero éstas no son sino hazañas bélicas... A la Revolución Cubana, al «Che», a Fidel lo hicieron las páginas y las mentes románticas. A este abogado católico, terrateniente, romántico, lleno de furia espartaquista y deslumbrado por la historia, primero lo fabricaron los poetas; después se sumaron a él los intelectuales rebeldes de todo el mundo y todos aquellos que en los años sesenta quisieron cambiar la miseria social por una utopía y el azar por la aventura. Y a esta estela se añadieron los jóvenes de corazón un poco evangélico, muchos somos soñadores que descubrimos en Fidel y el Che a los héroes que la postmodernidad nos tiene negado.

Fidel Castro comenzó a gobernar con un método apasionado, con un carácter impulsivo. Era comandante de la Revolución y también granjero, veterinario, médico, cura de almas, estratega, ideólogo, jugador de baloncesto que vacunaba los cerdos por sí mismo en las granjas, hacía pesca submarina y lo controlaba todo, hablaba sin parar hasta altas horas de la madrugada, con Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir o Tico Medina. Su familia había cedido a la Revolución sus latifundios de 10 000 hectáreas en Holguín, todos eran iguales a los ojos del comandante.

¿Quién es Fidel Castro?. Un ser tropical, convulso, taimado, galaico y testicular. Las rayas profundas de su rostro, de su manos, de su alma indican trabajos desaforados en la Zafra y, también, pasiones muy tormentosas. Castro se casó en 1948 con Mirta Díaz Balart, hija de un rico estanciero. Del matrimonio nació Fidelito, que llegó a ingeniero y fue presidente de la Secretaría Ejecutiva para Asuntos Nucleares, de cuyo cargo fue destituido por su padre por incompetente. Castro ha tenido muchas relaciones amorosas. Nati Revuelta, que le dio a Alina, la hija pérfida que se fugó de Cuba con un pasaporte falso, era la mujer de un médico amigo y brilló por su belleza. Su última compañera se llama Lidia. Como un patriarca tropical, ha dejado hijos por todas partes, cuyo número nadie conoce, aunque se sabe que tiene cinco varones. Antonio y Alejandro son los más públicos.

Aquel hijo de terrateniente gallego, educado en los jesuitas, abogado y visionario que es sus vacaciones de luna de miel se paseaba por Nueva York en un Lincoln Continental, uno de los mejores coches de la época, y que quiso aprender inglés sólo con un diccionario empezando por la A hasta terminar con la Z, es ese hombre que se ha convertido en una prueba para todos los demócratas. Hizo una revolución en Cuba sin que las mulatas dejaran de agitar las caderas. Hoy, en un mundo postmoderno, globalizado, neoliberal y cada día más caníbal, se ha quedado solo con su utopía.


Pero: ¿Qué es un Quijote?. Un ser desplazado por el tiempo. Un personaje que resiste en la soledad de su cabeza. Castro hoy no es más que resistencia a toda costa contra un molino que ha resultado ser un gigante planetario. Esa resistencia se confunde con el nacionalismo, éste hace síntesis con la dignidad y de ahí nace todo poder y la filosofía de este líder. Cuanta más presión obtenga del exterior más levantará la mandíbula don Quijote hacia la historia.


Este último revolucionario de muchos sueños juveniles fracasados sólo puede ser abatido por un aluvión de dólares. Muchos dicen que la democracia llegará a Cuba a medida que el dinero vaya creando áreas de autonomía, analizando este enunciado solo me queda afirmarlo; pero pienso que la palabra democracia es un concepto mal planteado, en mi entender la tan manoseada palabrita democracia tiene su pico y más alta germinación en Cuba, sin tener ese cliché demócrata.

Venga lo que venga, este Quijote de la Habana, este patriarca en el otoño de la vida, este ser descollante llamado Fidel, ya está entre los más grandes hombres de este siglo. Desde este momento y sin pausa.

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