8 de enero de 2009

50 años de Utopia... Castro por: Sartre y Beauvoir

Poco después del triunfo de la Revolución encabezada por Fidel Castro, dos famosos intelectuales franceses, Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre, visitaron Cuba para estudiar directamente sobre el terreno las características de ese movimiento, cuya victoria había conmovido al mundo. Posteriormente, Simone De Beauvoir dio a conocer, en un reportaje periodístico, sus impresiones sobre la vigorosa personalidad de Fidel Castro. Reproducimos los principales párrafos de ese histórico testimonio.


...Vimos a Fidel Castro por primera vez en Holguín. Terminaba su discurso y le examinábamos con mucha curiosidad... La gente aplaudían, gritaban de júbilo, se lanzaban hacia la tribuna, los niños se deslizaban hasta el estrado donde, desde abajo, tocaban su uniforme. Un desencadenamiento de pasión. El permanecía allí, apenas sonriente, con una especie de torpeza. Se advertía que no había nada del histrión que se ofrece complacientemente a las ovaciones del público. Pero era incapaz de irse fríamente pensando: ya he dicho lo que tenía que decir, ahora me voy. Le hubiera horrorizado decepcionar a la gente que encontraba tanta felicidad en mirarle. Entonces permanecía allí, un poco turbado; nos pareció hasta tímido. En realidad, no es tímido absolutamente. Sus fotos le traicionan frecuentemente; en realidad no tiene nada de demagogo, jamás habla por el placer de oírse, jamás se pavonea, no hay en él el menor narcisismo; sabe solamente que algunas palabras, algunas actitudes son esperadas de él y no quiere decepcionar a la gente. Lo que más me sorprendió es su rostro es una especie de circunspección. Rehusa jugar al personaje y quiere a la vez dar a la gente la presencia que ella reclama: se da y al mismo tiempo se observa. Fue para mí un rasgo absolutamente inesperado esta mezcla de vitalidad y reserva...
...En los campos, cuando atravesaba los pueblecitos, le reconocían y, si el auto se detenía, le rodeaban: "Fidel, Fidel, baja, háblanos. El pueblo exige que hables". El alzaba los hombros y murmuraba: "Todo el mundo habla ahora en nombre del pueblo". Pero en general cedía. Varias veces se detuvo espontáneamente para visitar cooperativas, para visitar un pueblo. La gente acudía no solamente para gritar: "Viva Fidel", sino para exponerle sus problemas... El por su parte no halaga a los campesinos. Los critica, a veces se enoja con ellos y siempre les pide que trabajen mejor... Estas excursiones que hace Castro no son los viajes de un demagogo que trata de exhibirse y hacerse plebiscitar; realiza un trabajo muy positivo. "Es su propio agitador"; es ésta una frase que Sartre dijo a los cubanos y que ellos han encontrado justa."Debo dar impulso a la Revolución, dice Castro, por eso estoy sin cesar en viaje, para hablar a la gente, para enseñarles lo que es necesario hacer". Remedia la falta de cuadros gobernantes por televisión y por helicóptero. Era muy extraño oír a los campesinos, todavía analfabetos, residentes de los rincones más perdidos, pero muy despiertos e inteligentes, que decían de Fidel: "Todo el tiempo estamos con la cabeza levantada, mirando el cielo para ver si llega el helicóptero. El cae del cielo en helicóptero y celebra un mitin"...
Es esta relación de Fidel y la masa lo que ha hizo decir a Sartre que el régimen cubano es una "democracia concreta", "una democracia directa". La gente le lleva a Castro, sobre todo, exigencias. Critican, reclaman, esperan: saben que su espera no será inútil, y no lo es. Castro toma decisiones teniendo en cuenta todos estos llamamientos. Su política es en gran parte dictada por las necesidades que el pueblo expresa...

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